Lo que hay que hacer para dar de comer al cerdo que encarno
Anhelante voraz de margaritas dispuestas a la complacencia
Robar al mendigo y matar sus restos de reputación con plomo
Mediante el ejercicio de la farsa que antes, vidas acaso
Me llevaron a la aniquilación, para estar aquí de nuevo
Alma en reproceso condicionado a la mejora continua
Desciendo al arcoiris en busca del jarrón de oro
Y despojo al duendecillo de lo que presume suyo
Hace rabietas y me declara non grato al reino de los encantos
Valentía desfigurada en el gesto con orgullo de misión
Vengo cargando colores y formas a crimen obtenidas
Vendo cajas de muerto y cruces de madera a saldos
Todo por unos cuantos grumos, indispensables al pincel voraz.
He visto como se arrojan los puercos a la carne rentada
Les concedo el privilegio de pecar a razón de privilegio
Guiñan los ojos mis nocturnas compañeras desde sí
Hacia nuestro particular enfoque de canibalismo y desde mí
Hacia la presa de ambos que arroja perlitas nacaradas
A cambio de aplausos por la sufrida resignación anti-amor.
Arrojarse a la carne rentada como puercos
Arrojarse a la degustación del elixir dionisiaco, como puercos
Arrojarse a la invasión de Afganistán, como puercos
Arrojarse al lloriqueo de la culpa religiosa, como puercos
Arrojarse a la posesión de fango de un metro por dos, como puercos
Arrojarse a la competencia laboral de a peso el minuto, como puercos
Arrojarse a la adquisición de oídos configurados en Singapur, como puercos
Arrojarse a la palabra de un bardo sagrado, como puercos.
Mueven la cola como si fuera el motor que les proporciona olfato
Para registrar a cabalidad todo resquicio de fecalidad
En las adquisiciones del domingo por la tarde
Precedente darwiniano erróneo, humano certero
Cuanto amo a los puercos que en sus hocicos llevan mi nombre
Y en mi encarnación del pasado, reverdecen…