Como si la Ciudad de México viviera la milagrosa encarnación en su concepción contemporánea, ácida, decadente pero bella; "Frida con todo mi odio", brilla con luz propia dentro del inframundo de los (casi en su totalidad) miopes colectivos under-porno. Puede vérsela desfilar en actos de la mera exhibición de egos, como el entremés más delicado y en la mayor parte de sus presentaciones, rebasa por mucho a los que la presentan en su condición de protagonistas. No en vano, toma de forma sarcástica el nombre de "Frida", cuya simbólica representación en el ideario colectivo, se enfoca a la mujer que por antonomasia sufre la condición de mujer y de artista; Aquella, esa otra Frida, esposa del pintor garañón; resulta para el crítico y exquisito gusto: poco mujer y poco artista. "Frida con todo mi odio" denuncia en su seudónimo la falta de autenticidad de aquella otra y propone en su lugar; ésta vez sí; a la mujer y a la artista. Muchos de los lentes que hasta ahora la han fotografiado, pasarán desapercibidos de la escena del arte contemporáneo; miradas de sufriente miopía, se han dado el lujo de desdeñar la autenticidad de esta mezcla de musa-sirena-vikina. Para la que plumas, lentes y pinceles de alto nivel estético, honesto y humano, tienen aún mucho por mostrar, dando cuenta de su autenticidad, belleza y arte.
Mi amplio reconocimiento a su labor, su amistad y su colaboración; que en ella, vuelca todo un movimiento al futuro.
viernes, 5 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)